El racismo se ha convertido en una forma de violencia latente, a la que nos hemos acostumbrado y de la que no nos gusta hablar mucho. Se expresa en frases, apodos, chistes, gestos y ridiculizaciones que habitan los patios de recreo, los buses, las calles, las discotecas, los hospitales y los programas de televisión. Opera de forma tan «natural» y compacta, que ya se volvió parte del humor del que viven expertos imitadores y comediantes de la noche. Lo cierto es que sus estragos en la vida de las personas, es algo realmente doloroso y terrible, y demanda en el ámbito de la educación y la pedagogía de este país, una seria reflexión seria y profunda.
Por cuenta del atroz fenómeno del destierro conocido como desplazamiento forzado, muchas niñas y muchos niños afrodescendientes han tenido que acostumbrarse a vivir alejados de sus territorios de origen, en ciudades frías e intolerantes al color de su piel y a su cultura. Ellas y ellos padecen las consecuencias de burlas, desaires, desprecio e incluso maltrato físico de sus compañeros de aula e incluso de sus maestros. Además de ser víctimas de la guerra que expulsa todos los días al interior del país, a las gentes de las riberas del pacífico sur y del Chocó, tienen que sufrir los rigores de un sistema escolar que aun no enseña que la región del pacífico es importante no sólo por su biodiversidad, sino por los aportes que en el plano intelectual, económico y cultural le ha hecho a esta nación.
https://afrofeminas.com/2015/06/16/el-racismo-del-lapiz-color-piel/